jueves, 26 de noviembre de 2009

Cerrar duelo.....



Cuando pienso en familia, y vislumbro una mesa repleta de seres cuya sangre les une, mi alma se deprime, achicándoseme el pecho.
Miro lo que un día albergue entre mis brazos y que esboce de un sueño color rosa y me enfrento contra vidas en paralelo que no convergen en punto alguno.
Creo que cuando las cosas toman su valor, nace el dilema del cuanto tiempo perdí, y es cuando sin remedio posible me enfrento a esas manos vacías.
Un hogar que se desmoronó con el tiempo, y que desmembrado vaguea en lo que muy a nostalgia, llamaría tratar de sobrevivir.
Forme un hogar llena de sueños, planificando una familia, dos hijos, que fueran varón y hembra, sueño de cualquier madre diría yo, tener la pareja.
Trate de darles la educación que me fue impartida de niña, celosa de los valores que mas que dirigir, viví en primera persona.
Levantar mis sueños, con mis propios esfuerzos sin pisar la dignidad de nadie, sin aprovecharme de situación alguna.
Pero olvide que a pesar de lo que pudiera enseñar, cada persona es una individualidad y que ante un mismo efecto son múltiples las reacciones.
Así que mis hijos eran distintos, cada uno escogió un camino, una senda y como Madre les mire con el mismo orgullo de cómo eran.
Altos y bajos, situaciones fueron y vinieron, un compendio de tramas en una historia que jamás creí ser protagonista. Una ruptura en la relación, un resistirme a hundirme en un lodazal humano.
Cuando el dialogo parece existir y lastimosamente no hablamos en la misma onda del tiempo, las palabras se tornan éteres y no calan en el alma, por mas frases e intentos. La soñadora mujer que construye su castillo y sin dar por ella el brillo de lo hermoso y agradable opaca la certeza de ser correspondida y es el tiempo que hace que dichos sueños se fortalezcan o apenas se derrumben como un juego de naipes.
En ocasiones imagino ser una más en esa jungla que a diario construimos tratando de sobrellevar lo que esperamos venga a nuestro encuentro.
Heridas que se abren en el alma, palabras que jamás debieron ser dichas y que a pesar de que expliquen el porque de las cosas que suceden y que muchas veces acomodadamente decimos tuvo que suceder.
No debieron ser pronunciadas a aquella persona que deseábamos alejar de nuestras vidas, a la mujer que ama y se le dice jamás te ame, solo me case por salir de una situación apremiante. No te ame pero te quise. Jamás quise tener hijos y si los acepte fue por ti. Deje de ser libre y de poder hacer mis sueños posibles cuando me case. Y en la libertad esos sueños no se concretan, porque el único esfuerzo es el trabajo y el tratar de ser lo que desde adentro no somos. Veinticuatro años para llegar a esa conclusión de vida y tomar la senda fácil.
El duelo es tiempo sin lapso, pero se que ese tiempo nos da la fortaleza de aprender a salir de ese lodazal, dónde nos cuestionamos la esencia de lo que somos. Sentí la necesidad de seguir creciendo en mi interior y a pesar de que tarde, broto la rabia, creo que el ciclo se cierra en ese instante cuando enfrentada a situaciones que jamás imagine posibles, pude llorar y culpar a quien de alguna manera me llevo a este presente. Al presente de cada uno de los interpretes de esta historia.
Morir no es solo terminar de vivir, dejar de respirar, de sentir y de soñar, se muere día a día cuando dejamos de soñar, de anhelar, de creer en nosotros mismos. Y difícil tarea quien a nuestro lado en el presente trata de hacernos sentir lo especial que somos.
La vida es esa orquesta, es el escenario donde nuestra trama transcurre, es solo un día o noche, somos la razón de la historia y la fuerza que da sentido a esa vida. En la maleta que me acompaña, están mis sueños inertes, mis recuerdos vivos, la promesa hecha a mi misma de no volver a caer en el lodazar, pues es fácil salir de el aunque no lo creas, lo difícil es quitarnos de la piel los restos del fango seco que se adhirieron a nuestro piel, creo que por ello el ser ultrajado lava desesperadamente su cuerpo.

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